Mi nuevo hogar


“La Raña” estaba a once kilómetros del pueblo. Detrás de las montañas.

La casa de “La Raña” tenía geranios colgados en la fachada; “arreates” llenos de perejil; romero en la puerta. Y un poyo grande, donde el abuelo se sentaba cuando venía de trabajar.
Detrás, en un olivo viejo, un columpio precioso. Al lado del pozo, bajo la higuera, una pila grande para lavar la ropa. Junto a la leña “pa” la lumbre, un pequeño huerto con ajos.
Corriendo por todos los sitios, muchos gatos. Entre las tejas del techo, gorriones que entraban y salían. Al lado, la “guarrera” y la cuadra de los mulos, que siempre tenía paja limpia y grano en el pesebre… Y en un sitio especial, junto a la pared de la casa había un horno redondito, donde la abuela hacía el pan.

Mi abuelo quería que yo durmiese en la habitación de dentro, pero mi abuela le dijo:
-¡La niña es muy pequeña, no puede dormir sola en una cama tan grande! Y me acostaba con ellos, a los pies de su cama.
Ella, sabía que yo aún era pequeñita...
Por la mañana, cuando salía el sol y comenzaba a alumbrar, el abuelo decía:
-¡Arriba, vamos, que ya se ve…!
Y yo saltaba de la cama corriendo, porque me gustaba mucho desayunar con el abuelo.
La abuela me daba para desayunar pan con nata y azúcar, y un tazón grande de leche. Y decía:
- Si no te lo terminas todo y te das prisa, ¡no haces el pan conmigo!
Y yo me lo tomaba todo, pero que muy rápido, porque ayudar a la abuela a hacer el pan me encantaba.
Yo hacía mucho caso a mi abuela. Ella siempre me decía las cosas de verdad…

Desde el primer día que llegué, la abuela me dijo:
- Tienes que cuidar que los gatos no anden por los ajos. Y cuidadito con las gallinas, si ves que alguna pone un huevo fuera de su sitio, me lo tienes que decir.
No estés cerca del pozo, por ahí no se juega. Y sobre todo: cuando yo te llame vienes, pero como un galgo…no quiero estar preocupada.

Y ya está. No tenía que hacer nada más.

Lo de los gatos era algo difícil…jugaban donde querían y yo tenía que estar muy atenta, para que no entrasen donde los ajos. Y las gallinas también me tenían de un lado para el otro. Pero todo lo demás estaba bien.

Cuando llegaba la noche mi abuela decía:
- La niña a acostar que ya es muy de noche…

Yo solita me metía en la cama y me dormía feliz, pensando: La abuela hoy está contenta, no me ha llamado ni una sola vez. Y creo que no vio a los gatos cuando se me escaparon…

2 comentarios:

Celeste dijo...

16 comentarios anteriores:


Blogger Vero dijo...

Que lindo recuerdos tienes, como describes la casa se parece mucho a la de mi bisabuela, en el campo y con las gallinas, recuerdo que me mandaban a sacar agua del pozo, debes haber sido una niña preciosa. Cuidate mucho.

Un Beso.

11 de marzo de 2007 15:14
Blogger CEL dijo...

Celeste,que gratos recuerdos y cuanto amor se nota en las letras que nos cuentan, retazos de tu niñez y en ellos leo recuerdos mios también, las abuelas que nunca olvidaremos.
Muy tierno.

Un abrazo

11 de marzo de 2007 15:16
Blogger Erika Contreras dijo...

Maravillosos recuerdos de una infancia feliz.
un abrazo
erika

12 de marzo de 2007 5:31
Blogger MORGANA dijo...

Cuánta ternura.
Besos amiga.

12 de marzo de 2007 8:06
Blogger Buitre Desahuciado dijo...

Qué bonito, me hiciste recordar muchas cosas... Gracias.

13 de marzo de 2007 10:57
Anónimo Anónimo dijo...

aunque te encuentres gente en tu contra y no creas que este es el mejor camino... espero que sigas escribiendo para que todo lo que ahi dentro de ti pueda ser conocido por aquellas personas a las que realmente le importas. animo y sigue asi!!!!

13 de marzo de 2007 11:35
Blogger Laura dijo...

Celeste:
cada vez que entro a tu blog ansío encontrarme con estas historias llenas de ternura, de recuerdos y de mucha nostalgia (pero de esa curativa)
Bellísimo recuerdo. Me conmueve el parrafo final.
Abrazos

13 de marzo de 2007 19:30
Anónimo Tus hijos dijo...

Ánimo, sigue escribiendo, te queremos mucho. Un abrazo grandote! Tus hijos.

14 de marzo de 2007 8:22
Blogger pancha dijo...

preciosa historia Petra... preciosa complicidad, de esa que nos hace bien, la que recordamos cuando estamos tristes... un abrazo!

14 de marzo de 2007 13:30
Blogger PIlar M Clares dijo...

Todso los cuentos del mundo están ahí, los abuelos, ese lugar idílico más escuela que las escuelas, las fábulas, las expectativas, los viejos, los niños, las advertencias...el agua... muy bonito, pero vamos a ver, esto fue antes o después de las mellizas, yo me quedé colgada con cómo siguió tu relación con ellas, cómo fueron creciendo y tú recuperaste tu lugar, no me cambies de tema, o dame pistas, te lo ruego, amiga. UN montón de besos curiosos porque ahora también necesito noticias de tus abuelos y de ese lugar amoenus, esa Raña que me recuerda a Delibes. Ay

14 de marzo de 2007 15:05
Blogger Celeste dijo...

Querida Pilar, "asín" van las cosas, habrá que esperar jajajaja. Cuando regresé al pueblo de mis padres, me llevaron con los abuelos a "La Raña", mi nuevo hogar.

Hasta ahora el orden de acontecimientos es:
- Mi nacimiento.
- Nacen las mellizas.
- Mi nuevo hogar.

Me encanta que sigas este relato, para mi, tan importante. Gracias querida amiga!.

A todos:
Es un placer contar con vosotros, sentirme acompañada y comprendida, sentir vuestro interés. Gracias, siempre es poco.

Un abrazo grandote para todos.

14 de marzo de 2007 23:32
Blogger Aquiles dijo...

Hola Petra ...
Vengo hacia acá por primera vez, con un poco de verguenza por no haber podido corresponder antes a su visita a mi humilde blog, pero el tiempo a veces conspira en mi contra, para no dejarme hacer todo lo que planeo, o que deseo, cuando quiero o debo hacerlo.
En fin, lo bueno (para mí), es que ya he llegado y he quedado prendido de ésta historia que nos cuenta en forma tan amena, que esperaré impaciente el próximo capítulo, por decirle así.
Y bueno, por ahora le dejo para irme a conocer su otro blog, que seguramente será tan entretenido como éste.
Saludos desde México.
Aquiles.

16 de marzo de 2007 4:30
Blogger MentesSueltas dijo...

Sereno, plácido, como estando allí, entre la leña y los geranios. Me resultó muy calmo, leerte, gracias por compartirlo.

Dejo un abrazo desde Buenos Aires.

MentesSueltas

17 de marzo de 2007 1:46
Anónimo Mónica dijo...

Querida Celeste. Gracias por enseñarme el otro tú que llevas dentro y compartirlo conmigo. Ahora veo tús fotos y escucho tus recuerdos y los reconozco como un poco mios. Gracias por llevarme a tú infancia. Besos.Mónica

21 de marzo de 2007 9:47
Blogger Lety dijo...

Arriba, vamos, que ya se ve...

Y nosotros de cuanto nos perdemos, cuando no atendemos al sol y su horario.

Sabio tu abuelo y tu abuela también, casi adivina, "la niña a acostar que ya es muy de noche..." y ella bien sabía lo atareada que te había tenido con sus ligeras encomiendas,

Me gusta mirarte en este entorno, entrar en tus recuerdos contigo, gracia por ello querida Celeste

30 de marzo de 2007 13:02
Blogger Celeste dijo...

Gracias a vosotros!

Es tan bonito compartir todo esto!
Es como volver a vivirlo, lo cuento por casa y se me pone voz de niña...!

1 de abril de 2007 23:43

Celeste dijo...

Me llena de alegría repasar todo esto y encontrarme con vuestros comentarios. De verdad que sois estupendas!
Un abrazo grande!